Para entender España
La agitada y polémica historia española suele servir como arma arrojadiza para que unos y otros refuercen sus tesis.
España pasa por ser un país que cuenta con muchos historiadores por metro cuadrado. Historiadores de pacotilla, eso sí, que no dudan en retorcer los acontecimientos a su antojo para que todo cuadre en un esquema ideológico previamente diseñado. Son aprendices de brujo que desprecian el estudio de los datos, la investigación en los archivos o el testimonio de los protagonistas para lanzarse a difundir panfletos con absoluto desprecio de la realidad histórica. Entre el calvinismo español, por un lado, y las graves deficiencias del sistema educativo, por otro, estos manipuladores encuentran su caldo de cultivo, ya sea para pontificar sobre los Reyes Católicos, para satanizar la cultura musulmana o para desprestigiar a Manuel Azaña.
El discurrir histórico de lo que hoy conocemos como España ha estado plagado de invasiones, guerras, cambios de regímenes políticos, rivalidades dinásticas, revoluciones sociales y transformaciones vertiginosas en algunos períodos. Se trata de un país extenso, donde se hablan cuatro idiomas, que fue metrópoli de un inmenso imperio colonial, que llevó el español y la religión católica al continente americano, y que tuvo un papel relevante en toda Europa. No resulta fácil, por tanto, realizar una obra de síntesis para un público no especializado.
Para subrayar la amplitud de miras de este libro, baste reseñar el comentario que se incluye para definir el decisivo tránsito de la casa de Austria a los Borbones a comienzos del siglo XVIII: “Con los Borbones, España inicia una nueva etapa de su destino histórico. Esta España ya no es una España plural, como lo era en tiempos de los Austrias. Pero a cambio, está más y mejor vertebrada”. Toda una muestra de objetividad y ausencia de prejuicios en dos frases.
España pasa por ser un país que cuenta con muchos historiadores por metro cuadrado. Historiadores de pacotilla, eso sí, que no dudan en retorcer los acontecimientos a su antojo para que todo cuadre en un esquema ideológico previamente diseñado. Son aprendices de brujo que desprecian el estudio de los datos, la investigación en los archivos o el testimonio de los protagonistas para lanzarse a difundir panfletos con absoluto desprecio de la realidad histórica. Entre el calvinismo español, por un lado, y las graves deficiencias del sistema educativo, por otro, estos manipuladores encuentran su caldo de cultivo, ya sea para pontificar sobre los Reyes Católicos, para satanizar la cultura musulmana o para desprestigiar a Manuel Azaña.
El discurrir histórico de lo que hoy conocemos como España ha estado plagado de invasiones, guerras, cambios de regímenes políticos, rivalidades dinásticas, revoluciones sociales y transformaciones vertiginosas en algunos períodos. Se trata de un país extenso, donde se hablan cuatro idiomas, que fue metrópoli de un inmenso imperio colonial, que llevó el español y la religión católica al continente americano, y que tuvo un papel relevante en toda Europa. No resulta fácil, por tanto, realizar una obra de síntesis para un público no especializado.
Para subrayar la amplitud de miras de este libro, baste reseñar el comentario que se incluye para definir el decisivo tránsito de la casa de Austria a los Borbones a comienzos del siglo XVIII: “Con los Borbones, España inicia una nueva etapa de su destino histórico. Esta España ya no es una España plural, como lo era en tiempos de los Austrias. Pero a cambio, está más y mejor vertebrada”. Toda una muestra de objetividad y ausencia de prejuicios en dos frases.
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