Citas para la reflexión

31 mayo, 2006

La elegancia necesaria en la prensa

Si hay algo característico de la sociedad española es su tendencia recurrente a la división y al enfrentamiento.
Pero no es una división territorial, la lucha entre homogeneización y heterogeneidad, sino una tendencia a la división más global y profunda que incluye, junto a la división por la ideología, el enfrentamiento por la memoria histórica, casi por cualquier cosa, y que nos afecta a cada persona y a cada familia. Padecemos una cierta tentación por el abismo.

La consecuencia de esas caídas reiteradas en el encono es un atraso económico histórico (del que vamos saliendo), y sobre todo un atraso cultural y cívico que está enquistado (aunque hemos conseguido maquillarlo).

Aprobamos en economía, suspendemos en cultura y en civismo. Pero la peor consecuencia de las crisis de enfrentamiento es la falta de continuidad histórica, el avanzar quebrado, sin memoria ni maduración. Pues quien olvida o niega el pasado ni aprende de la experiencia ni madura. Así, la sociedad española tiene un fuerte carácter infantil, es pasional y caprichosa. Vive en el presente, pero olvida el pasado y le cuesta afrontar seriamente el futuro.

En esas divisiones internas tuvo, y tiene, un papel decisivo la prensa. Pues la prensa es la pieza clave en la que descansa la vida social democrática; cuando es verdaderamente ilustrada y cívica alimenta a la ciudadanía; los medios de comunicación son el lugar donde se desarrolla la vida pública en general, política incluida.

Pero en España la prensa, que también ha sido y es decisiva, ha desempeñado siempre un papel clave en hacer nacer, crecer e impulsar esa pasión realmente cegadora que conduce al enfrentamiento una y otra vez. Entre nosotros la prensa ha sido históricamente más instrumento de agitación y alimentación de pasiones, de división civil, que creadora de ciudadanía.

A nuestro alrededor vemos hoy manifestaciones de esta patología en la radio y la prensa escrita, manifestaciones brutales y groseras que se oyen y se leen en cualquier parte de España y de un modo muy acusado en los medios madrileños, seguramente por la centralización histórica de la vida política. Madrid es un espacio muy localizado y apretado donde conviven muchos poderes y tensiones cual olla a presión: o sobran allí tensiones o falta espacio.

Frente a ese espíritu histórico de sectarismo y de conflicto, necesitamos una prensa que, por una parte, busque cierta autonomía y distancia respecto de las partes, una perspectiva de conjunto que, sopesando las responsabilidades, no abdique de contar lo que debe ser contado a sus lectores. Y por otra parte practique un tono moderado en la transmisión de la información y en la exposición de opiniones varias.

Diálogo, convivencia, elegancia son hoy tan escasas en la vida pública española que es pertinente reclamar su necesidad. Necesitamos el sentido de la prudencia, el afán de continuidad de lo que cada uno es, de lo que somos todos, el equilibrio entre memoria, tradición y el vivir nuestro tiempo.

Al equilibrio entre tradición y vanguardia lo llamamos elegancia.

Suso de Toro. La Vanguardia, 21 de abril de 2006.